Un ajuste, además de entenderse como la acción y el efecto de ajustar, refiere al encaje o acople entre dos piezas que forman parte de una misma máquina, así como también al asiento contable que se necesita para controlar el saldo de una cuenta.
Cabe destacar que, en idioma español, el vocablo se utiliza con frecuencia como parte de numerosas frases o expresiones, muchas de las cuales pasaremos a citar a continuación para demostrar las múltiples aplicaciones del término.
Se suele hablar de ajuste estructural, por ejemplo, para mencionar los cambios de políticas que llevan a cabo el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en países en vías de desarrollo. En cambio, el ajuste de cuentas puede hacer referencia a movimientos determinados en una cuenta bancaria o a una cuestión que involucra a dos o más individuos y contempla cometer un delito para concretar una venganza por un asunto pendiente.
En otros contextos, también adquiere relevancia el concepto de ajuste vertebral (el cual propone un proceso inocuo que busca corregir, eliminar o disminuir la subluxación para lograr de este modo un funcionamiento normal del sistema nervioso por medio de la columna vertebral), así como la noción de carta de ajuste (referente al gráfico fijo con líneas y colores que permite ajustar la imagen de un televisor).
En lenguaje contable, por otra parte, es frecuente emplear términos como ajuste ordinario (asientos habituales de una empresa en cada periodo contable), ajuste a la cuenta Caja (generado por arqueos), ajuste a la cuenta Bancos (surgido a partir de una conciliación bancaria) y ajuste estimado para deudas de difícil cobro, entre muchos otros.