Hay técnicas propias del mundo de las artes marciales, así como recursos vinculados a la palabra y la expresión, que sirven a la hora de desplegar una estrategia de defensa personal.
Estas tácticas tienen como objetivo ponerle fin, resistir y rebatir un accionar ofensivo por parte de otro individuo, pudiendo usar elementos como armas u otros objetos similares o la inteligencia.
A escala civil, se contemplan como parte de la defensa personal ciertas maniobras en niveles tolerables entendidas como una reacción frente a un ataque. Por ejemplo: con fines de robo, un individuo golpea a otro y éste, como parte de su defensa personal, le devuelve el ataque y logra reducirlo manteniéndolo inmovilizado hasta que llega el personal policial. Se trata, en este caso, de una defensa personal de carácter manual, aunque también hay casos de defensa personal con armas (blancas, de fuego, químicas, eléctricas, etc).
Cuando la defensa personal se limita a movimientos corporales (tanto de un hombre como de una mujer), se puede distinguir a la defensa personal con la mano abierta o con golpes de puño frente a la que se logra utilizando patadas. En la mayoría de los casos, de todos modos, se combinan las acciones para poder desequilibrar al adversario, que varían según la fuerza, la reacción y los movimientos de quien intenta dominar a su víctima.
A escala militar, en tanto, la defensa personal es más compleja y deriva en un panorama de combate cuerpo a cuerpo, con un poder ofensivo más poderoso y efectivo por el tipo de artefactos, conocimientos y técnicas empleados.