Es un gran honor, cualquiera sea el motivo, recibir un diploma. Este documento, en un ámbito formal, es expedido por una entidad o corporación autorizada y permite acreditar que la persona que lo recibe ha sido merecedora de un premio, alcanzado un cierto grado académico, etc.
En un marco informal, los diplomas constituyen una muestra de afecto que reconoce el buen desempeño o el rol ejemplar de alguien. Por eso suelen obsequiarse de manera impresa (o bien enviados por Internet, en la presentación de diploma virtual), con alguna dedicatoria emotiva o cariñosa, distinciones como el Diploma al Mejor Hijo, Diploma al Mejor Padre, Diploma a la Mejor Madre, Diploma a la Mejor Abuela o el Diploma al Amigo Más Fiel, por describir algunas posibilidades.
Si investigamos las clasificaciones de los diplomas en base a la estructura, contenido y detalles particulares de cada uno de ellos, hallaremos grupos como el de los diplomas rodados (aquellos que, en otros tiempos, se expedían con el signo rodado), el de los diplomas universitarios (que deben estar legalizados para tener validez y evitar de este modo confiar en un diploma falsificado) y el de los diplomas infantiles (que los docentes pueden confeccionar de manera artesanal para premiar a los niños o entregarlos impresos a los egresados de preescolar y primaria), entre muchos otros.
Hay, por otra parte, diplomas que se otorgan a modo de homenaje, otros que se conceden por agradecimiento a alguien y diplomas deportivos (los formales están homologados y se distribuyen entre deportistas que han tenido un rendimiento o desempeño sobresaliente), por agregar otras alternativas a modo de referencia.