Al diluir algo tenemos como resultado una dilución. En la práctica, es posible distinguir múltiples casos y aplicaciones de diluciones.

Los expertos en Química, por ejemplo, obtienen una dilución al reducir, en una disolución, la concentración de una cierta sustancia química a partir de la adición de un diluyente en una misma cantidad de soluto. En este marco aparece, por ejemplo, la opción de la dilución en serie, basada en una reducción de carácter progresivo de la concentración que existe de una sustancia en una determinada disolución. La dilucion isotópica, asimismo, es una opción a tener en cuenta cuando resulta complicado, frente a una mezcla compleja, segmentar una porción o un poco de sustancia para someterla a análisis. Cuando en un laboratorio (o ámbito de trabajo donde se combinen ingredientes) se necesita mezclar diferentes clases de polvo, por señalar un caso posible, gana relevancia el método de la dilución geométrica.

La cuestión de las mezclas de sustancias también aparece en la Homeopatía, medicina alternativa donde existe un sistema para administrar preparados que se conoce como dilución homeopática y que puede abarcar, entre otras modalidades, a la dilución extrema. Para determinar la tasa a la cual logra diluirse un gas, en cambio, se debe llevar a cabo una ecuación de dilución.

Quienes se especializan en Economía, por su parte, emplean la expresión “dilución de capital” para hacer alusión a la disminución del valor de las acciones de una empresa a partir de una ampliación de capital. Es importante tener en cuenta que se habla de dilución accionaria cuando se advierte, en una compañía, una disminución en el porcentaje de propiedad de la firma.