El aprendizaje es un proceso que requiere tiempo, paciencia, constancia y responsabilidad. Gracias a él, es posible dominar una actividad, un arte, un oficio o bien actuar de una cierta manera en nuestra vida cotidiana. Si bien en la mayoría de las ocasiones la experiencia de aprender termina siendo exitosa, muchas veces aparecen en el camino obstáculos y dificultades que complican y demoran el aprendizaje.

Hay múltiples razones que impiden o vuelven complejo el acto de aprender algo. Reconocer esas causas es fundamental para asistir y contener al aprendiz con el propósito de resolver el problema y permitirle continuar con su formación.

Si bien observar el rendimiento en el ámbito escolar es fundamental para poder reconocer dificultades de aprendizaje, en todos los órdenes de la vida pueden llegar a aparecer indicios que hagan sospechar de un problema para asimilar conceptos y aplicar conocimientos teóricos.

De un modo general, podemos señalar como fuentes de dificultades de aprendizaje cuestiones intelectuales, madurativas, emocionales e instrumentales.

Así como hay quienes evidencian dificultades para comprender una instrucción, hay quienes muestran dificultades para diferenciar la izquierda y la derecha o no consiguen leer y escribir de manera adecuada. Los problemas de memoria y la falta de coordinación pueden ser otros inconvenientes que obstaculicen el proceso de aprendizaje.

Todos estos indicios pueden ser señales de patologías de salud que, con un diagnóstico temprano y preciso, lograrán ser controladas, tratadas y hasta revertidas. Una dificultad en el aprendizaje generada porque un alumno no llega a ver las letras que el maestro escribe en la pizarra, por ejemplo, tal vez se solucione con anteojos, mientras que alguien desganado, sin predisposición, introvertido y muy tímido tal vez tenga baja autoestima o problemas personales (en el núcleo familiar, por citar una posibilidad) que requieran atención psicológica.