Un gran número de personas suele tener un defecto de visión conocido como daltonismo, el cual se caracteriza por la imposibilidad de distinguir ciertas tonalidades cromáticas o confundir los colores que se perciben. En palabras simples, un daltónico no logra distinguir con precisión los colores porque los genes que se encargan de generar los pigmentos de los conos fallan.
El diagnóstico de este problema varía de acuerdo a cómo se manifieste el trastorno en cada individuo. Después de las evaluaciones de rigor, el especialista podrá determinar qué clase de daltonismo tiene su paciente.
De no detectarse ninguna clase de cono o, por alguna razón, no tenerlos en funcionamiento, entonces se tratará de un daltonismo acromático, un cuadro que suele presentarse en uno de cada 100 mil individuos.
El daltonismo monocromático, en tanto, se caracteriza por la existencia de uno de los pigmentos de los conos, rasgo que lleva a reducir el color y la luz a una única dimensión.
Quienes tienen daltonismo dicromático, por su parte, sufren una patología hereditaria que, a su vez, se enmarca en tres categorías diferentes de acuerdo al segmento afectado. Se habla de protanopia si no se individualiza al rojo, de deuteranopia si no hay fotorreceptores retinianos que permitan distinguir al versde y de tritanopia si el defecto impide diferenciar a las tonalidades azules.
Hay, más allá de las variantes enumeradas líneas arriba, un caso más: el del daltonismo tricromático anómalo, donde la persona posee todos los conos pero confunde los colores por alteraciones funcionales. La mayoría de los daltónicos pertenece a este grupo.