Las hojas son las láminas por lo general verdosas, planas y delgadas que se desprenden de los vegetales, ya sea por el tallo o las ramas. Este elemento clave en el proceso de la fotosíntesis crece de distinta manera a lo largo de la vida de la planta, razón por la cual son varias las categorías armadas por los expertos para identificar a cada hoja.
Si surgen tras la germinación de la semilla, por ejemplo, reciben el nombre de cotiledones u hojas embrionales. Éstas comienzan su desarrollo durante la embriogénesis y suelen tener una existencia breve.
Por encima de ellas crecen las denominadas hojas primordiales, las cuales son simples en especies de hojas compuestas y similares a los nomófilos en el resto de las plantas. Sobre los nomófilos u hojas vegetativas se puede decir que son aquellas que le brindan identidad propia a cada especie ya que se forman durante toda la vida de la planta y se hacen evidentes una vez surgidas las hojas primordiales.
Más tarde aparecen los profilos (las hojas que se localizan sobre un eje lateral), así como también comienzan a lucirse las hojas preflorales, unas láminas de tamaño variable cuya función no está centrada en la fotosíntesis sino en la protección de las flores.
Tras ellas, adquieren relevancia las hojas florales o antófilos, las cuales constituyen los órganos florales y se dividen en antófilos estériles (pétalos, sépalos y tépalos) y antófilos fértiles (estambres y carpelos).
Cabe destacar que por fuera de las plantas el concepto se utiliza para darle sustento a expresiones como hoja de afeitar, hoja de papel, hoja de ruta, hoja de vida u hoja de cuchillo, entre otras.