Varias son las definiciones que la Real Academia Española (RAE) acepta en su diccionario para el concepto de tarugo. Hoy, a fin de ayudarlos a ampliar sus conocimientos, repasaremos la teoría y describiremos las diferentes clases de tarugos existentes.
Un tarugo, de acuerdo a las descripciones oficiales, es un fragmento de producto que por lo general es corto y posee cierto grosor. También funciona como sinónimo de clavija, así como sirve además para describir a los trozos de materiales como el plástico, la tela y la madera que se aprovechan para tapar algún agujero.
En ciertos países, por otra parte, se suele emplear este vocablo de modo coloquial para presentar a un sujeto ignorante o bruto y a las personas de dimensiones pequeñas y con un peso desproporcionado respecto a su altura.
Quienes se dedican a la construcción o, simplemente, hacen arreglos caseros en sus hogares, en cambio, reservan la expresión para identificar a las pequeñas piezas que permiten darle firmeza a los tornillos que se colocan sobre paredes, muebles, paneles u otra estructura similar atravesada con un taladro. Hay, en este sentido, tarugos metálicos, tarugos plásticos, tarugos de expansión y tarugos químicos, por mencionar a modo de referencia algunas de las alternativas más comunes.
Para lograr los mejores resultados al utilizar tarugos en cualquier rincón de nuestra vivienda, es fundamental seleccionar la medida, el material y el grosor que mejor se adecúe al trabajo a realizar, así como también es necesario analizar el estado y el material de la superficie donde se ubicará el tarugo que le dará firmeza al tornillo.