Una gran variedad de interpretaciones tiene el concepto de sonda, una palabra que se aprovecha para describir el resultado de sondar y para identificar a las cuerdas que permiten medir cuán profundo es un entorno acuático y realizar una exploración del fondo, por mencionar dos alternativas.
Si uno consulta el diccionario de la Real Academia Española (RAE), podrá saber también que una sonda, en el entorno marítimo, es un espacio o rincón del mar de profundidad previamente conocida, mientras que para los médicos es un instrumental que brinda la posibilidad de explorar ciertas partes del cuerpo.
De buscar referencias que demuestren las múltiples modalidades y usos de esta noción, encontraremos alternativas como las sondas acanaladas (producto que garantiza el recorrido de un bisturí sin riesgos para los órganos no contemplados en una intervención quirúrgica) y las localidades o regiones bautizadas con este término (como ocurre con las asiáticas Islas de la Sonda y el área mexicana conocida como Sonda de Campeche).
Otras clases de sondas que se suman a las mencionadas líneas arriba: sondas espaciales (aquellas que se envían al espacio con fines de exploración), sondas náuticas (entre las cuales se reconocen variedades como sondas Thompson, sondas de brazo y sondas ecoicas), sondas moleculares, sondas vesicales, sonda de Nelaton (utilizada por breves periodos de tiempo en la vejiga como drenaje), sonda de Foley (otro tipo urinario), sondas nasogástricas, sondas de hibridación, sondas hidrofílicas y sondas térmicas (que, a su vez, se subdividen en las categorías de mecánicas y eléctricas de acuerdo a sus funcionamientos).