Se define como sinapsis (palabra de origen griego que se traduce al español como enlace o unión) a la comunicación funcional entre los extremos de las células nerviosas. Estos contactos, dicen los expertos, permiten que se transmitan los impulsos de carácter nervioso, los cuales comienzan a partir de una descarga químico-eléctrica desencadenada en la membrana de la célula presináptica. En este marco se impulsa el surgimiento de una sustancia que se aloja en el espacio sináptico que separa a la neurona transmisora de la neurona postsináptica.
De analizar en profundidad este fenómeno, es posible advertir la existencia de dos modalidades de sinapsis, que varían según cómo se transmita el impulso nervioso.
Una posibilidad es que la sinapsis sea eléctrica, una variante que se caracteriza por su rapidez, por poder transmitir los potenciales de acción de modo bidireccional y por permitir en los citoplasmas el intercambio de iones y diversas sustancias químicas de manera continua sin que intervenga un factor químico.
La sinapsis química, por su parte, es la más común. Ésta surge entre células distanciadas por una hendidura sináptica y se caracteriza por ofrecer una comunicación de tipo unidireccional.
Cabe resaltar que, lejos de estas cuestiones celulares, la idea de sinapsis suele aprovecharse también desde una perspectiva sociológica. Al respecto, resulta interesante mencionar que la expresión “sinapsis social” alude a la conexión o lazo que nace entre dos o más individuos (se conozcan entre sí, o no) frente a una situación límite o un escenario adverso que obligue a unificar fuerzas y trabajar en conjunto. Esta sinapsis comunitaria, dicen aquellos que conocen la profundidad de este concepto, se extiende incluso a casos de vínculos donde interviene gente que no sólo no se conoce con los demás sino que tampoco mantiene un contacto ni cercanía física con el resto de los actores en la causa.