El acto de retener (es decir, de detener, paralizar o inmovilizar a algo o a alguien) se conoce como retención. Esta palabra, que según informa el diccionario de la Real Academia Española (RAE), tiene origen en el vocablo latino retentĭo, tiene diversas aplicaciones prácticas, por eso en esta ocasión haremos referencia a sus múltiples usos.

Los expertos en Biología, por ejemplo, suelen hacer foco en la retención de líquidos, tal como se conoce a la dificultad experimentada a nivel fisiológico por determinados seres vivos que, a raíz de diferentes incovenientes, no logran eliminar líquidos de su organismo (“Consejos para prevenir la retención de líquidos”, “La retención de líquido es común en el embarazo”, “Para no sufrir retención de líquidos debes cambiar tus hábitos”). En el marco del Derecho, en cambio, se reconoce como retención tributaria al descuento que se efectúa sobre un monto de dinero para cubrir una deuda de índole tributaria.

De ampliar el panorama, es posible hallar también retenciones bancarias, retenciones agropecuarias, retenciones salariales, retenciones de tareas, retención de información, retenciones de productos, retenciones ilegítimas y retenciones quísticas, por citar otras a modo de referencia.

Cabe resaltar que también es posible hablar de retención cuando los vehículos no pueden circular con normalidad en la vía pública como consecuencia de un accidente, un corte de calles, el avance de una manifestación que bloquea los accesos a una avenida, autopista o ruta o a cualquier imprevisto. Ejemplo: “Un choque entre un camión y un automóvil genera retenciones de cuatro kilómetros en la autovía 14”.