El concepto de factura se aplica, en general, en el ámbito mercantil para mencionar al documento que detalla una operación de compra-venta e incluye el importe final de lo abonado por el consumidor por el producto o servicio adquirido.
Si bien en países como Argentina y Uruguay se acepta este significado, en esas zonas el término también da nombre al conjunto de bizcochos y bollos dulces que se producen y comercializan en las panaderías. En Cuba, asimismo, una factura es una colección de artículos de primera necesidad que se adquieren de forma simultánea para ser utilizados en un determinado periodo de tiempo.
Frente a estas acepciones, por lo tanto, se hace evidente la existencia de diversos tipos de facturas, aunque a continuación estableceremos una descripción más detallada de cada clase de factura para ayudar a conocer con mayor profundidad a unas y otras.
Las facturas comerciales, por ejemplo, pueden ser ordinarias (aquellas que certifican la operación comercial), rectificativas (grupo que documenta correcciones de facturas anteriores) o recapitulativas (las cuales agrupan a varias facturas pero sólo tienen validez fiscal si se anulan los documentos anteriores), así como también electrónicas o pro-forma. Existen, además, copias y duplicados para asegurar la transparencia de la operación concretada.
Por su parte, las comestibles, esas que eligen muchas personas para el desayuno y/o la merienda, ofrecen variedades como las medialunas, tortas negras, palmeritas, cañoncitos de dulce de leche, los vigilantes y las berlinesas, entre otras delicias que cautivan con su sabor a niños, adolescentes y adultos.