A lo largo del tiempo, el concepto de ‘tarjeta’ se ha extendido hasta al punto de aplicarse en numerosos ámbitos. Hoy en día, ya no sólo se entiende por tarjeta a aquellas piezas que se escriben a mano o llevan alguna dedicatoria impresa y se obsequian para fechas especiales, porque el término también ha desembarcado en el mundo de la informática, los deportes y las finanzas.
En un partido de fútbol, por ejemplo, el árbitro tiene la facultad para castigar a los jugadores con tarjetas amarillas o rojas, pero la palabra cambia su significado cuando aparece en contextos bancarios ya que una tarjeta de crédito es un elemento plástico que le permite a su titular adquirir productos o servicios sin necesidad de otorgar dinero en efectivo. Asimismo, también hay establecimientos comerciales que intentan fidelizar clientes a través de las llamadas tarjetas de puntos, una herramienta que brinda la posibilidad de canjear los puntos acumulados por todo tipo de premios.
Al profundizar en la acepción de este vocablo surgen otros tipos de tarjetas, tales como las gráficas (circuito que se encarga de preparar la información visual que se exhibe en las pantallas de las computadoras), la de red (pieza que le permite al ordenador establecer una conexión con una red informática) y la de sonido, además de la tarjeta perforada, la de felicitación y la tarjeta postal.
En ciertos países, a todas estas categorías de tarjetas se le suma la denominada ‘tarjeta regalo’, un vale que emiten algunos comercios por determinados montos fijos para que quien lo reciba pueda elegir un objeto o servicio equivalente al dinero que figura en el papel.