Mientras las mujeres de distintas edades frecuentan el gimnasio y desarrollan ejercicios aeróbicos para mantener su silueta en buenas condiciones y tonificar sus músculos, muchos hombres suelen someterse a fuertes rutinas de entrenamiento para conseguir una gran musculatura y cautivar con su aspecto a exponentes del sexo contrario.
Ante estas realidades, no se puede obviar la existencia de los músculos (término derivado del latín muscŭlus), tejidos presentes en numerosos organismos vivos cuyo componente principal son las fibras contráctiles.
Si uno, por curiosidad o motivos académicos, se sumerge en el campo de la anatomía, podrá descubrir que en nuestro cuerpo tenemos desde un músculo que se denomina complexo (el cual posee fibras y tendones y posibilita el movimiento de nuestra cabeza) hasta otro que se conoce con el nombre de sartorio (situado en el muslo).
Por supuesto, existen muchos otros tipos de músculos que nos permiten movernos, darle estabilidad a nuestras articulaciones, mantener una determinada postura y estimular los vasos sanguíneos y linfáticos de nuestro organismo.
A fin de proporcionarles desde este espacio datos interesantes sobre los músculos, a la descripción anterior añadiremos al músculo vasto (otro músculo localizado en el muslo que nace en la articulación de la cadera y se extiende hasta la rótula); al músculo orbicular (aquel que envuelve los bordes de la boca y los ojos y posee apariencia de anillo); músculo oblicuo (presente en el abdomen para hacer posible, entre otras funciones, la rotación del tronco); músculo esternocleidomastoideo (situado en el cuello, interviene en el proceso de flexión y movimiento de la cabeza) y músculo redondo (propio del hombro, para permitir los movimientos de los brazos), entre muchos otros.