La madera, ese material sólido que se encuentra en los árboles cubierto de corteza, puede clasificarse de acuerdo a su dureza como dura (procedente de árboles de hoja caduca e ideal para fabricar muebles y tallas artísticas de madera maciza) o blanda (obtenida de árboles del orden de las coníferas y útil para revestir, por ejemplo, ambientes exteriores ya que algunas son resistentes a la descomposición).

Si bien existe una amplia variedad en materia de maderas (siendo la de roble, la balsa, la de paulownia, la guatambú, la de pino y la de cedro algunas de las más populares), a lo largo de la historia el hombre desarrolló nuevos productos valiéndose de la madera natural y así surgieron las llamadas maderas artificiales.

Este nuevo tipo de madera atrae por su capacidad de evitar los defectos de la materia prima original (la cual se utiliza no sólo en el ámbito de la construcción sino también para la fabricación de papel y la elaboración de artesanías y objetos decorativos) y por permitir mayores dimensiones en relación a la extensión de la madera natural.

Del grupo de las artificiales forman parte el contrachapado (logrado a partir de la unión con cola de chapas de madera cuyas fibras se pegan de forma transversal), el aglomerado (producto estable, de superficie lisa y de consistencia uniforme que se obtiene por la combinación de virutas de madera sin alternar el sentido de las vetas) y el tablero (especie de plancha fina que se utiliza en el ámbito arquitectónico).