En la vida cotidiana se suele aprovechar el concepto de umbral para hacer referencia a diversos asuntos, aunque es necesario recordar que, en el lenguaje propio de los arquitectos, esta palabra posee una definición específica.

Así, entonces, se amplían las posibilidades de uso de esta noción que puede representar tanto al peldaño o escalón que se localiza en la parte más baja de una puerta o zona de ingreso hacia un determinado lugar como a la cifra o nivel más bajo de una magnitud que permite establecer un límite frente a reacciones o efectos determinados.

En otros ámbitos, umbral es la pieza de madera que se coloca de manera atravesada y a una cierta altura para conseguir una resistencia que sirva de soporte frente a un muro.

Como se trata de un vocablo de múltiples acepciones, es posible generar con él un gran número de conceptos con significados y aplicaciones específicos. En este marco, es posible por ejemplo definir como umbral de rentabilidad al nivel de ventas básico que se debe alcanzar en un emprendimiento comercial o empresa para poder considerarlo como un negocio rentable.

El umbral de dolor, por su parte, marca el límite a partir del cual un determinado estímulo provoca en el cuerpo sensación de dolor, mientras que el umbral de pobreza sirve de referencia para determinar cuál es el ingreso monetario básico que le permite a un individuo tener un adecuado nivel de vida.

Claro que, además de los mencionados, hay umbrales de enmascaramiento, umbrales de audición y umbrales submarinos, por citar otros.