En la vida cotidiana solemos calificar como ‘transformador’ a todo aquello que tiene la capacidad de generar un cambio, una transformación (como se advierte, por ejemplo, en expresiones como “Se trata de una medida transformadora que marcará un antes y un después en la vida de los ciudadanos”). Sin embargo, existe una definición más específica para este concepto que permite asociarlo de forma directa a un artefacto eléctrico.
Según la Real Academia Española (RAE), los transformadores son aparatos que se emplean para transformar a una corriente de baja intensidad y tensión alta en una nueva corriente que posea una intensidad más importante y baja tensión.
Como poseen diversas características y aplicaciones, los fabricantes de estos dispositivos han reconocido varias categorías para enmarcar sus productos. Así, entonces, se puede hablar de la existencia de transformadores de aislamiento (usado en casos en los cuales se necesite una alimentación de tensión flotante), transformadores que reducen o elevan la tensión (situados en las sub-estaciones de tendido eléctrico), transformadores elevadores de tensión y de transformadores electrónicos (de tamaño más pequeño que los más antiguos, diseñados a base de un circuito), entre muchos otros.
Como la variedad en materia de transformadores es importante, al listado anterior habría que agregarle opciones como los transformadores híbridos, los transformadores de impedancia, los transformadores de diodo dividido, los autotransformadores, los transformadores de núcleo de aire y los transformadores piezoeléctricos, aunque no deben dejar de tener en cuenta que existen muchas más alternativas al respecto que le aportan diversidad al desarrollo de transformadores de energía.