La idea de sensibilidad (vocablo que se origina en el término en latín sensibilĭtas) refiere a la capacidad que los seres animados tienen para sentir. Asimismo, dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE), esta palabra describe la tendencia del ser humano a actuar conmovido por la ternura y la compasión hacia otro organismo (“Si no te conmueves con la imagen de un niño desnutrido, no tienes sensibilidad”, “Estoy en un periodo de gran sensibilidad por el embarazo, últimamente lloro por todo”, “Esa muchacha tiene la sensibilidad a flor de piel”), así como también sirve para establecer el nivel o grado de reacción de determinados equipamientos ópticos, médicos, etc (“Es un dispositivo de gran sensibilidad que puede detectar hasta el más mínimo movimiento bajo tierra”, “Trátalo con cuidado, este aparato es de una sensibilidad extrema”).
Se puede, según se desprende del uso de esta noción, tener sensibilidad artística, sensibilidad biológica, sensibilidad epidemiológica, sensibilidad táctil o sensibilidad olfativa, entre otras alternativas reconocidas a nivel general.
De analizar en qué otras circunstancias aparece el concepto, se podrán conocer las particularidades de la sensibilidad en los dientes (problema que lleva a quienes lo sufren a experimentar dolor, por ejemplo, al consumir una bebida muy fría), de la sensibilidad a la luz (conocida como fotofobia) y de la sensibilidad fotográfica (tal como definen los fotógrafos a la rapidez con la cual los materiales fotosensibles reaccionan frente a la presencia de una fuente luminosa), por mencionar más opciones que amplían el alcance de esta noción.