En la vida cotidiana, el ser humano aprovecha gran parte de los recursos que tiene a su alrededor para llevar a cabo diversas acciones. Como esos elementos de los cuales dispone el hombre tienen distintos orígenes y particularidades, se los suele agrupar en diversas categorías. Así entonces, se puede hablar de recursos literarios, recursos naturales y de recursos energéticos, entre muchos otros.
En este último conjunto mencionado se nuclean todas las sustancias (sin importar si se encuentran en estado líquido, gaseoso o sólido) que, a partir de múltiples procedimientos, permiten hacer uso de una variedad de energía.
Al examinar el surgimiento, la disponibilidad y las aplicaciones de estos recursos, es posible advertir la existencia de subgrupos dentro del conjunto principal. Al respecto, se puede decir en primer lugar que los recursos energéticos se clasifican en primer lugar como renovables y no renovables, conjuntos que a su vez, para obtener una mayor precisión, se segmentan en otras partes.
Al hablar de los recursos energéticos con carácter de renovable, no se pueden dejar de mencionar al Sol ni al viento, pero al profundizar en este grupo surgen otros casos que, por su condición, se describen como potencialmente renovables (como ocurre con la biomasa, por ejemplo).
Ya de analizar a los recursos energéticos no renovables (aquellos que no son ilimitados y, por lo tanto, deben usarse con responsabilidad para evitar su extinción), en cambio, adquieren relevancia los combustibles fósiles (como el carbón, el gas natural y el petróleo) y los combustibles nucleares (grupo donde aparecen elementos como el plutonio y el uranio).