Al pensar en las tierras de regadío y en los terrenos amplios donde se suelen cultivar verduras, legumbres, hortalizas y árboles frutales adquiere protagonismo la idea de huerta.
Según los usos, dimensiones, técnicas de producción y particularidades de cada una de ellas, las huertas pueden enmarcarse en diferentes categorías.
Las huertas escolares, por ejemplo, se desarrollan con fines educativos para que los niños y jóvenes aprendan sobre agricultura, se vinculen desde temprana edad con las riquezas de la naturaleza y tengan buenos hábitos alimenticios priorizando los productos que ellos mismos cultivan.
Las huertas familiares, por su parte, invitan a producir en el hogar alimentos suficientes para todos los integrantes de la vivienda, ayudando a reducir así los gastos de comida, además de conseguir frutas, vegetales y hortalizas más frescas y saludables.
La llamada huerta a cuadros, en tanto, surge del planeamiento para aprovechar de manera intensiva un espacio de suelo reducido.
Las huertas orgánicas, en este contexto, son excelentes opciones a la hora de desarrollar una huerta, teniendo como modalidad de trabajo el incremento natural de la fertilidad del suelo, sin emplear agroquímicos y buscando siempre el equilibrio a partir de principios ecológicos.
Distinto es el caso de las huertas solares, ya que son desarrollos de pequeños productores para generar energía a escala pequeña aprovechando campos, pastos, etc.
De buscar otras aplicaciones que permitan descubrir o recordar otros tipos de huertas, deberemos centrarnos en territorio español, donde hay comarcas bautizadas como Huerta de Murcia, Huerta de Valencia y Huerta de Alicante, por enumerar algunas a modo de referencia.