Uno de los significados del término fuente que admite la Real Academia Española es el que lo sitúa como fundamento, principio u origen de algo. Asimismo, la misma institución le atribuye a la noción de poder el ser más fuerte que alguien y tener, gracias a ello, la facultad, autoridad y/o potencia para concretar una acción sin depender de nadie.
Si se combinan todas esas ideas, pues, se podría decir que una fuente de poder es el ámbito donde, de forma legal o ilegal, se adquiere, por actitudes o actividades personales, la capacidad de sobresalir, imponerse y ejercer dominación sobre alguien o algo.
En el campo de la sociología es posible distinguir varias raíces y razones que sustentan a la mencionada expresión ya que, según los expertos, la fuerza es una de las tantas vías que se utilizan para la obtención de poder. Con la persuasión y el carisma, asimismo, es posible alcanzar la misma meta aunque con una fórmula menos violenta.
Otras fuentes de poder se localizan en los procesos democráticos, en los conocimientos intelectuales y prácticos (los cuales lo sitúan a uno en un rol superior ya que muchos dependen de ese saber para concretar un proyecto) y en el dinero, esa herramienta imprescindible para el ser humano que, de acumularse a niveles considerables, garantiza el acceso a múltiples oportunidades y otorga, de acuerdo al contexto en el que se lo utilice, capacidad de controlar a otros y dar órdenes para que los “más débiles” (empleados, vecinos, usuarios) las cumplan.