Esta nota centrada en una de las pastas comestibles más consumidas del mundo puede ser muy tentadora y descriptiva… Si abre el apetito y a cualquier hora da ganas de deleitarse con un plato de fideos, tal vez las referencias que aparecerán en los párrafos siguientes puedan transformarse en inspiración para elaborar la comida.
Los fideos (tallarín, fusilli, mostachol, munición, codito) se disfrutan a toda edad. Algunos los prefieren con manteca y queso, otros con alguna salsa (crema, tuco, etc), hay quienes los eligen como plato principal y también hay casos en los cuales se convierten en un acompañamiento. Las alternativas son infinitas.
Las materias primas que se emplean para elaborarlos son varias. Hay fideos de huevo, fideos de alforfón, fideos de almidón, fideos de arroz y fideos de harina. Los colores, es decir, su tonalidad predominante, dependen del ingrediente principal: hay fideos negros a base de tinta de calamar, fideos verdes producto de la espinaca procesada (también hay de acelga y al pesto), fideos anaranjados de morrón, calabaza o tomate y fideos blancos (al huevo).
Las extensiones, los formatos, el modo de fabricarlos y conservarlos así como la manera de prepararlos son otras variables que amplían las posibilidades de clasificación. Hay fideos cortos y largos, fideos fríos, fideos frescos, fideos secos, fideos fritos, fideos para sopa y fideos instantáneos.
En muchas gastronomías del mundo tienen un gran protagonismo los fideos. En la cocina cantonesa, por ejemplo, se encuentran platos como los rollos de fideo de arroz, mientras que la cocina mediterránea abarca propuestas típicas como el spaghetti alla puttanesca. La cazuela de fideos rossejats y los fideos rellenos son otras preparaciones que diversifican el consumo del producto.