Los expertos en Biología utilizan el concepto de tropismo (un término de procedencia griega) para identificar a un fenómeno basado en los movimientos de una planta u organismo similar para orientarse y mantenerse en una misma dirección en función de los estímulos que recibe.
Esta noción está sujeta a varias clasificaciones según las características que presente o de cómo surja. Se habla de tropismo positivo, por ejemplo, cuando el movimiento tiene la misma orientación que el estímulo captado, mientras que se hace alusión al tropismo negativo cuando el fenómeno no acompaña la dirección del estímulo en cuestión.
Por otra parte, al investigar el tema uno puede aprender a reconocer y a diferenciar las alternativas de fototropismo (basado en la orientación que adopta un vegetal a partir de los estímulos luminosos, dentro de esta categoría es posible identificar al heliotropismo, que describe la dirección de flores y hojas hacia el Sol), de gravitropismo (fundamental para la germinación ya que las raíces se orientan gracias a la influencia de la fuerza gravitatoria), de tigmotropismo (tendencia a adoptar una dirección determinada acorde a la superficie sólida que les brinde apoyo o respaldo, tal como se aprecia al observar plantas trepadoras) y de hidrotropismo. En este último caso citado, se apunta a marcar la reacción de las plantas para expandirse en dirección a una fuente de agua.
Otros grupos que le aportan variedad al concepto: quimiotropismo (cuando la planta crece en sentido contrario a un estímulo que resulta perjudicial), aerotropismo (raíces orientadas hacia espacios aireados).