La comunicación, es decir, el mensaje que alguien genera para hacerse entender por un receptor, requiere un cierto contexto para ser generado e interpretado. Para que este proceso sea exitoso es fundamental tener en cuenta entonces la situación comunicativa: expresado en otras palabras, se necesita el respaldo de una cierta estructura contextual para que un contenido o discurso tenga coherencia y sea comprendido.
No siempre las situaciones comunicativas son espontáneas: en determinadas circunstancias, es imprescindible apelar a situaciones comunicativas estructuradas que respeten una lógica específica y se adecúen a algunos parámetros de organización. Los foros, los paneles y las mesas redondas son ejemplos de esta clase de situación comunicativa.
Por otra parte, es posible distinguir también a nivel social una situación comunicativa literaria en la cual autores y lectores mantienen entre ellos una cierta distancia tanto temporal como espacial. La situación comunicativa teatral, en cambio, es más dinámica e intensa porque el público coincide en tiempo, lugar y lenguaje con los artistas: ambas partes se comunican de algún modo a partir de una ficción pese a que el espectador no interviene en el mensaje.
De buscar otras categorías que demuestren la diversidad presente en materia de situación comunicativa, adquirirán relevancia las alternativas de situación comunicativa verbal y no verbal así como las de situación comunicativa formal e informal. En el caso de las situaciones de comunicación argumentativas, por otra parte, se podrán reconocer a las circunstancias de desarrollo mediato (modalidad oral, como ocurre cuando alguien expone un tema ante un auditorio), inmediato (intervienen al mismo tiempo emisor y receptor) y diferido (donde el emisor no comparte tiempo ni lugar con el receptor, aquí la modalidad es escrita).