El vocablo en latín signālis, con el paso de los años, ha dado origen al concepto de señal, una palabra que puede destinarse a describir un símbolo, una marca identificatoria o a un indicio relacionado a una determinada circunstancia.

Si uno presta atención a cuestiones prácticas de la vida cotidiana o investiga con precisión las derivaciones de esta noción, no tardará en distinguir diferentes categorías que permiten adaptar la idea de señal a un gran número de situaciones.

En Física, por ejemplo, es posible hablar de señal analógica frente a un caracter que copia el valor de una magnitud que se busca reproducir, así como en el ámbito religioso es usual hacer foco en la “Señal de la Cruz” que los creyentes forman con sus manos para recordar la muerte de Jesucristo.

Señal de tronca (realizada al ganado); señal de borrica frontina (antigua expresión para aludir al acto de admitir una segunda intención); señal de tránsito (indicación difundida con carteles, instrumentos o marcas en la vía pública para ordenar el desplazamiento de transeúntes y conductores); señal digital (interpretadas por equipamientos tecnológicos como la computadora); señal de seguridad (advierten peligros ya sea por el tránsito, por la contaminación o la presencia de materiales inflamables, explosivos, radioactivos o similares); señal de higiene; señal de video; señal de audio (necesaria para entablar una conversación o reproducir una grabación sonora, por ejemplo), señal moduladora (expresión propia del campo de las telecomunicaciones) y señales de humo son otras variantes que amplían el alcance de la palabra ‘señal’.