La convivencia en sociedad, las interacciones con el entorno y la capacidad de sociabilizar llevan a todo ser humano a establecer, a medida que crece y se desarrolla, diferentes vínculos y relaciones de carácter social y personal.

Las relaciones humanas varían según la época, la cultura, el entorno y otras variables, pero engloban diversos tipos de lazos que pueden ser desde familiares hasta laborales. Dentro de este amplio conjunto, por ejemplo, aparecen las denominadas relaciones interpersonales, que implica el acercamiento a largo plazo de un mínimo de dos seres.

Estas relaciones, que pueden involucrar a familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo y vecinos, son valiosas para el crecimiento integral de los individuos ya que promueven los contactos sociales, refuerzan la habilidad de la persona para adaptarse y desenvolverse en distintos entornos, y los ayudan a formar y mejorar vínculos de toda clase.

Como una amistad, una unión de tipo familiar y un noviazgo o matrimonio son lazos contemplados dentro del grupo de las relaciones interpersonales, es posible determinar en líneas generales que esta clase de contactos estimulan sentimientos y emociones varias, tales como el amor, la empatía, la alegría o la tristeza.

En otras palabras, puede decirse que una relación interpersonal es aquella que alguien desarrolla con una o más personas como parte de su vida social. Así, entonces, se pueden establecer relaciones interpersonales en un barrio o pueblo; en el colegio; en el lugar de empleo (cualquiera sea la actividad que uno lleve a cabo); en un centro cultural o en un club, entre otros espacios.