El acto y la consecuencia de proyectar algo, de acuerdo a la teoría, se conocen como proyección. Esta palabra, además, tiene aplicaciones prácticas en ámbitos como el de la Geometría y el Psicoanálisis, por eso resulta interesante profundizar en los alcances de este vocablo y descubrir las categorías que lo extienden y diversifican.
En el séptimo arte, por ejemplo, se identifica como sala de proyección al lugar donde se exhiben películas, mientras que el producto audiovisual que se observa sobre una pantalla gracias al funcionamiento de un proyector se conoce como proyección cinematográfica.
Quienes se especializan en artes marciales, en tanto, interpretan a la proyección como una modalidad defensiva para lograr que el rival caiga al suelo ya sea con ayuda de las manos, los pies o la inercia.
La proyección astral (una experiencia extracorporal basada en el desdoblamiento entre el cuerpo astral y el cuerpo físico), la técnica empleada para fabricar componentes que se conoce como proyección térmica (la cual puede tratarse de una proyección por plasma, una proyección con llama, una proyección por arco eléctrico o una proyección térmica HVOF), la proyección de carácter bidimensional bautizada como proyección de Fischer que se aprovecha en Química Orgánica para poder reflejar la disposición de moléculas en el espacio donde al menos un átomo de carbono se une a cuatro sustituyentes distintos y las proyecciones cartográficas (las cuales, en función de sus particularidades, pueden catalogarse como proyecciones cilíndricas, cónicas, modificadas o planas) son otras categorías a considerar. Y si nos centramos en la Geometría, entonces lograremos conocer y diferenciar a las proyecciones ortogonales y a las estereográficas, por ejemplo.