El término italiano pagliaccio fue incorporado a la lengua española bajo el nombre de payaso, una palabra que describe al artista de circo que posee un rol cómico y utiliza, por ejemplo, un traje colorido, ademanes, gestos y hasta una pintura facial característica para entretener al público. En ciertos rincones del mundo, además, el concepto se utiliza para calificar a aquella persona de poca seriedad que acostumbra hacer reir con sus comentarios o acciones.
Estos personajes que pese a tener la misión de divertir a niños y a adultos pueden provocar temores, rechazos e incluso una fobia (conocida como coulrofobia) suelen exhibir una nariz colorada y una llamativa peluca como rasgos distintivos, aunque también hay que tener en cuenta que no existe una única clase de payaso.
Además del típico payaso circense, es posible hallar payasos de rodeo (los cuales asumen el desafío de distraer a los toros para que el vaquero no resulte lastimado) y distintas modalidades que se remontan a la antigüedad.
Dicen los estudiosos de la historia que el más viejo de los payasos es el que, en España y otras regiones, se conoce bajo el nombre de clown. Después llegaría el grotesco y alocado Augusto, una versión que quedó opacada a comienzos del siglo XX con el nacimiento del contraugusto, un payaso que tiene la particularidad de ser torpe y no entender nada.
Por otra parte, no hay que pasar por alto que los payasos no sólo son de carne y hueso y/o exclusivos de los circos: también hay payasos de ficción que aparecen en historietas, series televisivas, libros y películas, además de muñecos y payasos que sólo existen en el plano de los videojuegos.