Dada la gran cantidad de aplicaciones que posee el concepto de orbital, resulta importante tener siempre presente su significado y estar al tanto de todas sus interpretaciones.
De acuerdo a la teoría, esta palabra se utiliza en el campo de la Física para aludir a cómo la densidad de la carga de un electrón se distribuye en torno al núcleo de una molécula o átomo. A nivel más general, en tanto, funciona como adjetivo para describir a todo aquello que guarde relación con una órbita.
En Anatomía, por señalar un caso puntual, este vocablo se usa para reconocer a los huesos que componen la órbita de cada ojo, mientras que en la llamada Mecánica Celeste adquiere relevancia la expresión “resonancia orbital” para narrar la influencia gravitatoria de carácter regular existente entre las órbitas de un par de cuerpos.
Al buscar diversas clases de orbitales tenemos la posibilidad de centrar la atención en los orbitales atómicos (entre los cuales aparecen el orbital s, el orbital p, el orbital d y el orbital f) o en los orbitales moleculares (surgidos por la fusión de orbitales atómicos tras el enlace de dos átomos). Dentro de este último grupo señalado hay orbitales σ enlazantes, orbitales π enlazantes, orbitales σ* antienlazantes, orbitales π* antienlazantes y orbitales n). Los orbitales no enlazantes o no enlaces, por su parte, poseen una densidad electrónica parecida a la que tienen los átomos que intervienen en él.
Tampoco se puede dejar de hacer referencia a los orbitales atómicos híbridos, los cuales están vinculados a la geometría molecular y tienen la particularidad de superponerse en la formación de enlaces.