Al pronunciar Nylon, nailon o nilón nos estamos refiriendo a un mismo producto, pero es importante saber que la primera de las alternativas mencionadas es una marca registrada que identifica con ese nombre comercial a una poliamida de carácter sintético (es decir, artificial) que se aprovecha para realizar filamentos de gran resistencia y elasticidad útiles en el desarrollo de múltiples tejidos. El primero en patentar a este elemento fue el químico norteamericano Wallace Hume Carothers, quien lo registró en septiembre de 1938, tres años después de haberlo descubierto.

Es posible diferenciar, en la práctica, diferentes clases de nylon, no solamente por la aplicación de cada material sino también por su composición.

El nylon 6.6 es una de las opciones, en este caso con una cadena polimérica que presenta un par de extensiones de átomos de carbono y que se logra en base a los monómeros hexametilendiamina y cloruro de adipoilo. El nylon 6, en tanto, se consigue a partir del monómero conocido como caprolactama. Tampoco se puede dejar de mencionar al nylon 12, con piezas fabricadas en 3D que se destacan por su resistencia, su elongación y su fortaleza.

A nivel cotidiano y de acuerdo a la actividad desarrollada por cada persona, es posible aprovechar el nylon para las líneas de pesca, destinar telas de nylon para bolsos y bolsas o bien para carpas o para elaborar medias, para realizar suturas quirúrgicas, para cerramientos en su versión más gruesa y para tareas de embalaje, por detallar algunas de las aplicaciones de este material más extendidas a escala mundial.