Uno tiende a asociar el concepto de nuez con el fruto del nogal que se emplea en numerosas preparaciones gastronómicas, pero en la práctica esta palabra tiene múltiples interpretaciones que resultan interesantes de descubrir.

La expresión “nuez de Adán”, por ejemplo, identifica a una protuberancia fácil de observar en la parte del cuello de los hombres, mientras que la llamada “doble nuez” es una pieza de metal utilizada en los laboratorios para mantener firmes diversos elementos de uso científico. En la provincia española de Zaragoza, en tanto, existe un municipio bautizado como Nuez de Ebro.

Al hacer foco en las nueces comestibles, por otra parte, gana protagonismo un abanico de opciones que hay que conocer para no arruinar una receta o alterar el sabor de una preparación por elegir el producto equivocado. La nuez moscada, por señalar un caso específico a modo de referencia, es un fruto que se obtiene del árbol conocido como mirística y se aprovecha como condimento, así como las nueces de Pecan están muy presentes en postres (tartas, budines, muffins y similares). La variedad más recomendada para consumir sola, con dulce de leche, o como parte de una preparación, de todas formas, es la nuez común, también conocida como nuez de Castilla. Es posible deleitarse con nueces confitadas, nueces caramelizadas, nueces rellenas, etc.

La nuez ferreña, el aceite de nuez destinado a uso cosmético, la nuez vómica, la nuez de areca, las nueces orgánicas y las nueces de Brasil (también bautizadas como nueces amazónicas y nueces bolivianas) son otras alternativas que demuestran el amplio alcance de este término.