El mar es un tesoro natural que embellece paisajes, entretiene con sus olas a personas de diversas edades, permite desplazamientos por agua y relaja a quien lo contempla. Pero esta masa de agua salada no está siempre igual ni presenta a todo momento las mismas características, por eso existen categorías para describir una gran cantidad de situaciones y condiciones.
Se habla de alta mar o mar ancha, por ejemplo, para hacer alusión a la parte de gran profundidad que está bastante alejada de la orilla, mientras que el mar crecido es aquel que, por factores naturales, avanza más de lo habitual sobre la costa. El mar revuelto, en tanto, surge a causa del viento y genera una gran cantidad de olas de alturas variables.
Por otra parte, se describe como mar arbolada al notoriamente agitado que presenta olas de hasta nueve metros de altura aproximadamente, así como aquel que a través de un estrecho o un canal que puede defenderse desde la orilla comunica al océano recibe la denominación de mar cerrado. La zona del océano que se transforma en escenario de un conflicto bélico o enfrentamiento, por agregar más información al respecto, se considera como mar de batalla.
Cabe destacar también que, en función de su ubicación y rasgos particulares, es posible distinguir entre mares continentales (localizados dentro de un continente y conectados con el océano por un estrecho de poca profundidad), mares litorales (también conocidos como costeros) y mares epicontinentales (tienen una extensión considerable sobre una plataforma continental pero una profundidad escasa).