La teoría establece que el lodo surge cuando el agua, en especial la procedente de la lluvia, queda en el suelo mezclada con tierra y polvo. En muchos lugares del mundo, a esta combinación de consistencia semilíquida también se la suele definir como barro.
Al buscar datos de interés sobre este tema es posible advertir la existencia de diferentes clases de lodo, algunas de las cuales vamos a describir a continuación.
En el marco del tratamiento primario de aguas residuales, por señalar un caso específico a modo de referencia, surge el lodo primario, en el cual suelen aparecer materiales orgánicos en la fase inicial de descomposición.
Al avanzar el tratamiento de las aguas, en tanto, gana protagonismo el lodo secundario, sustancia que se caracteriza por su riqueza en lodo activo, mientras que al sumar posteriormente agentes floculantes sale a la luz el lodo terciario.
Cabe destacar asimismo que se define como lodo activo nace a partir de la acción de microorganismos y bacterias que se alimentan de la materia orgánica disuelta en las aguas residuales. El lodo activo de retorno, por su parte, es aquel que sale del tanque de aireación biológica y llega hasta el clarificador final, después de que los flóculos de lodo activo sedimentaron y llegan a apartarse del agua limpia residual. El lodo digerido, en cambio, tiene la particularidad de tener aroma a tierra y tonalidad oscura: según los expertos en esta temática, nace en base a procedimientos de digestión aeróbica y posee en su composición un gran porcentaje de materiales orgánicos.