Los terrenos lisos donde no se observan ni bajos ni altos y la superficie, en este marco, se mantiene siempre en una misma línea, se denominan llanuras de acuerdo a la definición teórica. Así sucede, por hacer una enumeración orientativa, con la llanura panónica, la llanura subtropical, la llanura de Siberia Occidental, la Gran llanura rumana y la llanura nordeuropea, entre muchas otras.
Hay, en la práctica, numerosas clases de llanuras, las cuales se clasifican de manera diferente en función de cómo se formen, cuál sea su origen y cómo estén compuestas. A continuación describiremos algunas para aportar más información y datos de interés sobre el tema.
Las llanuras erosionales, por ejemplo, son aquellas que están influidas por múltiples agentes de erosión, tales como el viento y el agua. Las llanuras estructurales, por su parte, son tierras bajas poco perturbadas.
Las llanuras de lava, en tanto, son resultado de diferentes capas de lava, mientras que las llanuras aluviales nacen a partir de un cauce: las eventuales crecidas pueden llegar a inundarlas y a generar entonces una llanura costera, una llanura inundable o una llanura de marea.
Tampoco hay que perder de vista que el movimiento de los glaciares hace posible el surgimiento de las llanuras glaciales. La acumulación de sedimentos heterogéneos de procedencia glaciar, por señalar un caso específico, provoca el desarrollo de una llanura glaciar de till.
La llamada llanura abisal, por su parte, se caracteriza por ser una pendiente muy suave o superficie llana situada al fondo de la cuenca oceánica profunda.