Mucha información se desprende del concepto de lima, una palabra empleada con frecuencia en numerosos ámbitos que, por sus múltiples aplicaciones, da lugar a una gran cantidad de categorías que valen la pena conocer y tener presentes.

Lima, en un marco turístico o de interés geográfico, identifica a la capital de Perú, pero también da nombre a una localidad argentina perteneciente a la provincia de Buenos Aires, a diversas regiones estadounidenses, a una comuna francesa y a un distrito de Paraguay.

Para poder afinar o desgastar piezas desarrolladas en madera, plástico o metal, en cambio, se apela a la lima entendida como una herramienta manual. Hay en este contexto una amplia variedad de elementos: limas para endodoncia (reservadas para prácticas odontológicas), limas para joyería, limas para uñas (muy empleadas en cosmética), limas de relojero o de aguja, limas de máquina (para máquinas limadoras que trabajan de modo similar al accionar de una sierra) y limas planas para metal, por enumerar algunas opciones.

Si centramos la atención en el fruto comestible, en tanto, llegaremos a diferenciar entre lima gallega o ácida (una de las variedades más cultivadas a nivel mundial), lima kafir (planta nativa del sudeste asiático poco conocida en Europa y América), lima de Palestina (también llamada lima dulce india), lima persa (o lima Tahití), lima rangpur (muy parecida a la mandarina), lima dulce (posee fuertes similitudes con el limón), lima de Nueva Guinea y lima del desierto (exclusiva del territorio australiano al igual que la lima larga y la lima duya).

Al buscar otras aplicaciones de esta noción, tampoco se puede dejar de resaltar que los expertos en arquitectura señalan como lima tesa al ángulo diedro de carácter saliente conformado por un par de faldones o vertientes de una cubierta y como lima hoya al ángulo diedro de orientación entrante que surge en una cubierta a partir de dos faldones o vertientes.