Si en un parque, jardín o césped dirigimos nuestra atención al suelo, seguramente alguna vez veamos a alguna hormiga caminando y, en ocasiones, llevando hojas hacia el hormiguero. En esta enorme familia de insectos himenópteros hay una amplia variedad de especies para descubrir y tener en cuenta.
Algunas son más comunes y fáciles que reconocer que otras. Incluso, los fanáticos de los dibujos animados al pensar en estos organismos recuerdan personajes como la Hormiga Atómica y películas como “Antz”.
En la vida real es posible diferenciar a las hormigas blancas (también conocidas como termitas), a la hormiga león (tal la denominación que reciben los insectos neurópteros que viven aislados y poseen antenas cortas, entre otras particularidades), a las hormigas de cabeza roja (con presencia en territorio chileno, una familia que se alimenta a base de semillas y granos) y a las hormigas tropicales donde aparecen, entre otras, las hormigas cortadoras de hojas.
En muchos hogares, asimismo, es común que aparezcan hormigas voladoras y hormigas faraón. Estas últimas, de tamaño diminuto y color amarillento o rojizo, aparecen en áreas de comida, en especial si quedan restos de algo dulce.
Las hormigas tejedoras (o verdes), las hormigas culonas, la hormiga bala, las hormigas guerreras, la hormiga explosiva de Malasia y las hormigas picadoras (grupo donde aparece el género de hormigas de fuego) son otras variedades que demuestran la gran diversidad de hormigas que, desde tiempos remotos, habitan nuestro planeta.
Un último dato para enriquecer los conocimientos sobre hormigas: un grupo de científicos ha descubierto que la especie americana Pheidole Dentata no evidencia signos de envejecimiento y, en vez de debilitarse, con el paso del tiempo se vuelve más fuerte.