Los expertos en Biología utilizan la palabra ‘clonación’ para hacer referencia a las técnicas y procedimientos basados en el acto de clonar, es decir, de generar clones (organismos idénticos a nivel genético).
Existen diferentes prácticas, aplicaciones y experimentaciones al respecto, por eso es interesante aprender del tema y poder distinguir cada proceso en función de las particularidades que presente y los actores involucrados.
Se puede trabajar, por mencionar un caso puntual, en torno a la clonación molecular, un método que requiere una secuencia asociada a un origen de replicación y que se aprovecha, por ejemplo, para producir proteínas a grandes escalas o al momento de tomar huellas dactilares.
La clonación terapéutica, en cambio, es un área que atrae la atención de los expertos desde hace algunos años y consiste en la reproducción de órganos y tejidos con el propósito de poder trasplantarlos a los pacientes que, por una dolencia crónica o una enfermedad fulminante, necesitan el trasplante para seguir viviendo o para mejorar su calidad de vida.
También existe la clonación celular, un procedimiento que puede llevarse a cabo ya sea a partir de seres unicelulares (como los casos de levaduras y bacterias) o bien de organismos multicelulares (donde la técnica se vuelve más compleja).
La clonación reproductiva, en tanto, permite originar una copia idéntica en materia genética de un animal o ser humano. Ya hubo experimentos exitosos en ejemplares del reino animal (uno de los casos más famosos de la historia ha sido el de la oveja Dolly), pero al menos hasta el momento esta práctica está prohibida entre humanos.