Con el avance de la tecnología se ha hecho necesario apelar a accesorios, conectores y dispositivos con capacidad para adaptarse a equipos modernos. Así ha ocurrido con los llamados cables HDMI (sigla que identifica a la expresión en inglés High-Definition Multimedia Interface).
Hay, de acuerdo a los expertos, cuatro clases de conectores para estos cables que, de acuerdo a sus aplicaciones, presentan diferentes particularidades en cuanto a tamaño, cantidad de pines, longitud del cable, etc.
El conector tipo A para un cable HDMI permite aprovecharlo en videoconsolas, televisores de alta definición, PC multimedia y reproductores de Blu-Ray, mientras que el conector tipo C se reserva para cámaras digitales y videocámaras.
En aplicaciones portátiles como el caso de los teléfonos móviles, en cambio, se recomienda el conector de cable HDMI tipo D, así como el tipo E lo usan los fabricantes de automóviles para las conexiones que permiten en cada unidad disponer de servicios y prestaciones de última generación.
Si repasamos los avances que ha tenido la tecnología HDMI con el paso del tiempo, podremos identificar al HDMI 1.0, basado en un único cable para la conexión de formato digital de audio y video con una tasa de transferencia de 4,9 Gbit/s como máximo. Esta versión se presentó a fines de 2002.
A mediados de 2005, surgió el HDMI 1.2, compatible con el cable HDMI tipo A destinado a conectores de equipos informáticos. Meses más tarde, ya transitando el año 2006, apareció el HDMI 1.3, con más ancho de banda y nuevos detalles.
Después ganaría relevancia el HDMI 1.4 con mejoras sobre la calidad y los colores respecto a las versiones anteriores y, en septiembre de 2013, la tecnología se perfeccionaría a partir del HDMI 2.0, desarrollado para optimizar la experiencia audiovisual de los usuarios.