La palabra en español ‘tacha’, con varias acepciones incluidas en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), deriva del vocablo francés tache.

En la vida cotidiana, solemos relacionar a este término con el acto de tachar (“Si tacha otra vez mi nombre en su agenda, juro no hablarle nunca más”) pero son muchas otras las definiciones oficiales.

Una tacha puede ser un elemento diminuto similar a una tachuela o clavo; un defecto o falla que hace imperfecto a algo; un motivo respaldado por las leyes para desestimar, en una causa, la declaración de algún testigo. En ciertos países, además, se menciona como tacha al equipo utilizado al fabricar azúcar que permite evaporar el jarabe en vacío hasta el punto de lograr que la masa se cristalice. Asimismo, existen tachas viales reflectivas para demarcar zonas.

Si interpretamos a las tachas como un recurso para decorar ropa, accesorios (colgantes, carteras, bolsos, etc) o calzado, entonces podremos llegar a distinguir múltiples propuestas. Hoy en día, el mercado ofrece personalizar prendas con tachas autoadhesivas, tachas aptas para costuras, tachas de colores, tachas de formato cónico con terminación en punta y tachas con strass, entre muchas otras que le aportan diversidad al rubro.

Otro dato interesante a tener en cuenta es que existen tachas para ropa con diferentes formas, tales como cuadrados, círculos, estrellas, corazones, calaveras y hasta animales. Así, entonces, hay a disposición una amplia variedad de tachas para satisfacer las pretensiones de toda clase de personas que desean que las tachas sean parte de su look.