Entre las diferentes lesiones que pueden afectar a una persona a lo largo de su vida aparecen las llamadas lesiones deportivas, las cuales surgen en el marco de un ejercicio físico o el desarrollo de una actividad deportiva cuando no se toman recaudos, se sobreexige al cuerpo o se realizan malos movimientos o posturas inadecuadas.

A grandes rasgos, es posible diferenciar dos grandes grupos: el de las lesiones deportivas en el ámbito amateur (problemas óseos o musculares que se desencadenan por la práctica de un deporte o un entrenamiento a nivel aficionado) y el de las lesiones deportivas dentro del ámbito profesional (que afectan a los deportistas del circuito competitivo de primer nivel).

Asimismo, es importante saber distinguir una lesión deportiva aguda (se desencadenan de manera repentina y suelen ser las más frecuentes al estar en pleno desarrollo del ejercicio o juego) frente a una lesión deportiva crónica (aparecen tras la práctica extendida en el tiempo de una disciplina deportiva). Hay, además, lesiones deportivas por sobrecarga, causadas por una sobreexigencia corporal que se va acumulando en el organismo.

La zona del cuerpo afectada, por otra parte, permite hacer alusión a lesiones en los tendones (tendosinovitis, tendinitis), lesiones de ligamentos (esguinces, distensiones o roturas de ligamentos), lesiones musculares (desgarros, distensiones o contusiones en algún músculo), lesiones óseas (fisuras, inflamaciones y desgastes en algún hueso) y lesiones en las articulaciones (luxaciones, traumatismos articulares, etc). Estas situaciones, según se deduce de la práctica, pueden surgir como consecuencia de un accidente o malos movimientos sin intervención de terceros o bien en el marco de una competencia donde un golpe o acción del rival deriva en una lesión deportiva.