Un cargo o rol que se ejerce, el acto de ejercitar algo y las actividades que permiten entrenar, preparar, rehabilitar o formar una determinada parte del cuerpo da como resultado una cierta clase de ejercicio.
De acuerdo al área estimulada, se puede distinguir a grandes rasgos entre ejercicios físicos, ejercicios espirituales y ejercicios mentales. Dentro de estos tres grupos, además, hay subcategorías que dependen de la actividad llevada a cabo, el tiempo dedicado y las finalidades buscadas.
Es posible, por señalar algunas alternativas pensadas para mejorar el bienestar corporal y promover un estado saludable, hacer ejercicios de respiración (con series repetidas de inhalar/exhalar), ejercicios aeróbicos (bailar, trotar, caminar) o ejercicios anaeróbicos (como los de levantar pesas). De necesitar o buscar fortalecer la musculatura, entonces se apelará a los ejercicios de tonificación.
La oración y la meditación, en tanto, son prácticas incluidas en la categoría de ejercicio espiritual, mientras que los cálculos resueltos con la mente y el desafío de realizar tareas cotidianas con la mano o el pie menos hábil aparecen dentro de las opciones consideradas como ejercicios mentales.
De centrar la atención en el ámbito militar, encontraremos ejercicios que simulan guerras o conflictos para poner a prueba estrategias, operaciones y otras cuestiones. Hay, en este contexto, ejercicios de campo y ejercicios tácticos sin tropas.
Los estudiantes, por otro lado, se enfrentan a diario con el desafío de resolver ejercicios de matemática, ejercicios de redacción, ejercicios para practicar algún idioma o ejercicios de Química, entre muchos otros que estimulan el aprendizaje y obligan a recordar y a asociar datos.